ADIÓS, PEQUEÑO de MÁXIMO HUERTA

TÍTULO: ADIÓS, PEQUEÑO
AUTOR:  MÁXIMO HUERTA
GÉNERO: NOVELA CONTEMPORÁNEA
EDITORIAL: PLANETA
PÁGINAS: 384

SINOPSIS: 

Cuando el pasado vuelve cargado de silencios. «Mi madre habría sido más feliz si yo no hubiera nacido.» Así arranca el desgarrador testimonio de un escritor enfrentado a la más dura de sus narraciones, la de su propia vida. Asaltado por los recuerdos mientras cuida a su madre enferma, el pasado se le presenta con vacíos que no logra llenar. 

A través de silencios y de un gran talento para la observación, el autor desnuda su intimidad y nos obsequia, con belleza y maestría, el retrato de un país y una época desde su propio universo familiar. Lo acompaña como confidente su vieja mascota, una perrita leal y encantadora.

Descubrir por qué elegimos amar a quien no amamos exige una sinceridad implacable, y eso es lo que no falta en este hermoso relato de despedida. Adiós, pequeño es la reconstrucción emocionante de una infancia en la que todos, abuelos, padres e hijos, han callado demasiado. Cuando el pasado vuelve cargado de silencios.

Mi opinión 

¡Hola, mis queridos amigos! 😀🌺¿Cómo les va el día de hoy? Espero se encuentren muy bien y siempre disfrutando de sus lecturas.

Después de un resfrío 😓, que me tuvo apartada del blog por varios días, finalmente puedo subir la reseña del libro: ADIÓS, PEQUEÑO de Máximo Huerta, una lectura emotiva, triste, tierna por momentos, que nos llevará a un viaje por la vida de una persona, que solo quiere contarnos su historia y así, dar rienda suelta a sus emociones.

Dicho esto, empecemos:

“La vida es una retirada lenta, pausada; un viaje cargado de maletas a lugares a los que nunca volverás.”

Corría el año 1971 y una mujer soltera de treinta y tres años, camina por las calles de Utiel. La mujer acaba de enterarse que está embarazada, por lo que el miedo y la sorpresa inundan sus pensamientos.

Es en ese preciso momento, que ella siente que su vida ha cambiado y ha perdido el rumbo y el camino hacia la felicidad. Y es que un acontecimiento en la vida de una persona, puede llegar a cambiar su destino para siempre.

"El día que nací yo murió mamá".

Los recuerdos vuelven a él, recuerdos de cuando su madre era costurera y mientras ella cosía, el niño, ahora un adulto miope y con canas, jugaba con los alfileres y el jaboncito para marcar.

Tantos recuerdos de niñez agolpados en su mente, ahora que su madre, ya anciana y enferma, sabe que está viviendo sus últimos días y es que, vamos circulando por la vida a paso lento.

“Ahora que veo poco, que no soy capaz de enfocar, he entendido que la felicidad no está en todos esos grandes escenarios que de pequeño empiezan a convertirse en fascinación, aquellos llenos de detalles y luces, en esos lugares de cine que otros protagonizan. Siempre otros. Nunca nosotros. No son míos. Los míos son estos: la herida del dedo, la libreta, la foto enmarcada y la sartén del fregadero.”

 Al lado suyo, está la fiel e incondicional Doña Leo, una perra que los acompaña, mientras recorre la casa en la que vivió, una casa que pronto se quedará vacía y en algún momento será ocupada por otras personas, quienes tendrán que vivir con los recuerdos impregnados en sus paredes para siempre, ya que las casas tienen memoria.

Volver a recorrer nuestros pasos y echar un vistazo a la vida que una vez tuvimos, no es nada fácil. Es así que, poco a poco, fue enterándose de cosas que desconocía, como que su madre sufría en silencio, mientras soportaba a su padre, un hombre rígido y brusco, además, tenía que cuidar a un niño que se sentía perdido dentro de su propio hogar. 

“¿Por qué habíamos regresado? ¿Qué iba a hacer ahora frente a tantos recuerdos y con la incomodidad de sentirla vacía?” 

Solo al abrir la puerta de esa casa de pueblo, ahora vacía y oscura, se podía oler el pasado. Fotos de cuando era niño se asoman, mientras su madre abre las ventanas y va enumerando todas las cosas que ya no funcionan. Todo envejece, no solo las personas, también la casa, por lo que quiere transformarla, cambiarla por completo y tener un nuevo comienzo.

Y mientras el niño, ahora de cincuenta años, tiene que lidiar con sus recuerdos, con la terquedad y ausencia del padre y con la enfermedad de su madre, va comprendiendo de a pocos, de qué se trata realmente la vida.

“Esto va de ir apagando luces, de acostumbrarse a perder, a despedirse. Ir tirando cosas, las rotas y las que estorban. Deshacerse de afectos, de un abanico roto que aireó una tarde de fiesta, o de la canastilla, el neceser de bebé de cuadros amarillos y blancos, que llevaba cincuenta años en el mismo rincón del armario.”

La muerte está cerca, puede sentirla, sabe que tarde o temprano los visitará y eso marcará el fin de la infancia, el fin del pequeño, del niño que aún habita dentro de él. Y solo queda llorar amargamente por lo que pudo ser, pero que jamás sucedió. 

Él permanece en la casa de la que siempre quiso huir y escribe todo, para no olvidar, mientras su madre, ya de ochenta y tres años, batalla contra el dolor de su ojo izquierdo y el sufrimiento constante. 

“Mi madre ya no es aquella de ojos bellísimos y gesto tierno. En la deformidad hay ahora una mueca. Envejecer es solo para valientes.”

Es así que empieza un viaje por la mente de su progenitora, tratando de encontrar respuestas, reconstruir su infancia, indagando en la frágil memoria de su madre y solo espera que cicatricen las heridas y se curen.

Y solo queda una pregunta en el aire… ¿Alguna vez fuiste feliz?

«cuéntame cosas que recuerde, dime a quién amaste de verdad, fue papá un amor, aunque solo durara un bolero, un segundo, un beso. Dónde fue. Qué soñaste ser, adónde quisiste viajar, dime la verdad..., la que te mantiene callada».

Sueños incumplidos…Secretos…Nostalgia

Con una prosa maravillosa y un lenguaje casi poético, que invita a seguir leyendo, el autor nos lleva a un viaje por su infancia, buscando respuestas a sus preguntas de toda la vida.

El libro consta de dos partes: Donde esté tu madre y El peso del padre.

Esta es una lectura tremendamente emotiva, valiente, melancólica y nostálgica, que emocionará al más duro de los lectores.

Las relaciones entre padres e hijos es uno de los puntos fuertes de la novela y mientras vamos leyendo, uno que otro, podrá sentirse identificado.

La manera en la que, con tanto detalle, describe su casa, su barrio, su pueblo, las costumbres de la época, las manías de sus padres y a sus tíos, tías, abuelas y vecinos, hacen que nos demos una idea casi perfecta, del lugar donde vivió.

Hay varios personajes que serán mencionados, como la abuela Irene, las tías de Francia, entre otros, por lo que, mientras avanzamos en la lectura, conoceremos episodios curiosos de la vida de muchos de ellos. Quizás es Doña Leo, la perra, quien da el toque tierno, necesario para lidiar con el dolor y tristeza que encontraremos en estas páginas.

El final me gustó mucho, pues llegué a entender, por todo lo que tuvieron que pasar los protagonistas a lo largo de sus vidas, donde los secretos quedaron sepultados por el tiempo y hubo muchas cosas que callaron y nunca se dijeron. 

En conclusión, siento que el autor abrió las puertas de su corazón y volcó todos sus sentimientos en estas páginas, por lo que sugiero leerla en un momento en el que no estés pasando por algún episodio triste, ya que es bastante emotiva.

“Escribo para dejar de tener miedo a la muerte. Sobre todo, para eliminar este olor a mortaja que se me pega a la ropa de manera inconsciente.”

Espero muchos se animen a leer y disfrutar de esta buena lectura.

¡Un beso a todos! 😍🌷📚😘