EL CHICO QUE SIGUIÓ A SU PADRE HASTA AUSCHWITZ de JEREMY DRONFIELD

TÍTULO:   EL CHICO QUE SIGUIÓ A SU PADRE HASTA AUSCHWITZ
AUTOR:    JEREMY DRONFIELD
GÉNERO:  NOVELA LITERARIA
EDITORIAL: PLANETA
PÁGINAS: 512

SINOPSIS: 

En 1939, Gustav Kleinmann, un tapicero judío de Viena, fue capturado por los nazis. Junto a Fritz, su hijo adolescente, fueron mandados al campo de Buchenwald, en Alemania. Empieza así una desgarradora historia en la que sus protagonistas serán víctimas del hambre y de las palizas, mientras participan como mano de obra en la construcción del mismo campo de concentración en el que permanecerán cautivos.

Cuando Gustav reciba la noticia de su traslado a Auschwitz, una segura sentencia de muerte, su hijo Fritz hará todo lo posible por no separarse de su padre y seguirlo hasta Polonia. Ante el horror cotidiano del que serán testigos, solo una fuerza los mantendrá con vida: el amor entre un padre y su hijo. Basado en el diario secreto que Gustav escribió durante los seis años de cautiverio, así como en entrevistas con miembros de la familia y supervivientes, este libro emerge como un extraordinario relato de coraje, lealtad y supervivencia.

Mi opinión

¡Hola, mis queridos amigos!😀💙 ¿Cómo les va el día de hoy? 🌞Espero muy bien. Hoy les traigo la reseña de un libro maravilloso que me ha conmovido mucho y que espero muchos de ustedes se animen a leer.

Basada en hechos reales, el autor comparte con nosotros, las vivencias, emociones y el sufrimiento de la familia Kleinmann, durante la Segunda Guerra Mundial.

Gustav era un talentoso artesano de mediana edad instalado en Viena. Estaba casado con Tini y tenía cuatro hijos: Fritz, Kurt, Edith y Herta. Y aunque en esas épocas, no había mucho trabajo, se las ingeniaba para mantener a su familia y llevar una vida tranquila y feliz.

Cada uno de sus hijos, eran parte importante de la felicidad de esta pareja. Kurt de ocho años, era el más pequeño, Edith de 18 años, tocaba el piano, Herta de 15 años, dueña de una belleza que no pasaba desapercibida y Fritz, quien no solo era un buen hijo, también era un buen hermano, siempre dispuesto a apoyar y proteger a sus hermanas y a su pequeño hermano.

Pero esa tranquilidad cambiaría radicalmente, los judíos en Austria veían con temor los planes de Hitler, en las que Austria pasaría a formar parte del imperio alemán. Y aunque Gustav, siempre pensaba que las cosas resultarían bien y que nada malo les pasaría, su esposa Tini, no era tan optimista y no podía ocultar su preocupación.

Un anuncio por la radio dejaría atónitos a más de uno, especialmente a la familia de Fritz. Austria había cedido ante los planes de Hitler. La temida invasión alemana estaba en marcha y era una realidad. 

Los insultos a los judíos, no se hicieron esperar, Edith no podía creer que hasta la gente que conocía y consideraba amiga, se uniera en estas humillaciones. Incendios y saqueos, eran el pan se cada día. Nadie estaba a salvo.

“Se prohibieron los periódicos extranjeros. Empezaron a aparecer broches con la esvástica por todos lados y caían sospechas sobre todo hombre o mujer que no llevara una. En las escuelas, el saludo de Heil Hitler pasó a formar parte de la rutina diaria después de los rezos de la mañana”.

 El comienzo del fin estaba próximo y así lo sentían Tini y Gustav, por lo que decidieron tomar una foto familiar para inmortalizar ese momento, pues presentían que no estarían juntos por mucho tiempo.

A los judíos austriacos les quitaron su nacionalidad y a muchos como a Gustav, les embargaron su negocio, quedándose sin taller. Fritz fue expulsado de la escuela de oficios, mientras que Edith y Herta fueron despedidas del trabajo. A duras penas podían mantenerse, gracias a los pocos amigos que les quedaban y les ofrecían pequeños trabajos.

El miedo empezó a apoderarse de todos y aun más cuando se pronunciaban las palabras DACHAU y BUCHENWALD.

Un día, Fritz y Gustav fueron detenidos y llevados a la comisaria con otros judíos. Sus vecinos, quienes antes habían sido amigos de Gustav, los habían denunciado.

“Gustav y Fritz se mantuvieron juntos entre la multitud. Las horas se consumieron mientras continuaban allí plantados o arrodillados, hambrientos, sedientos, con dolor de articulaciones, rodeados de murmullos y quejidos y rezos. Del patio llegaban burlas y sonidos de palizas. Cada pocos minutos, se llevaban a dos o tres personas para interrogarlas. Nadie volvía”.

Después de varias horas, Fritz fue liberado, mientras que Gustav, recién seria liberado días después. Gustav volvió a casa totalmente demacrado, hambriento y exhausto. Durante los siguientes días, empezaron los traslados a los campos de concentración.

El emigrar era una solución, pero cada vez era más difícil escapar y ya había muchos países que se negaban a recibirlos.

Edith consiguió un trabajo de criada en la casa de una familia judía pudiente y gracias a eso, un contrato de trabajo en Inglaterra.  Con mucho esfuerzo, logró conseguir el visado, eso significaba que podría salir del infierno en el que se estaba convirtiendo el país.

“La marcha de Edith fue dolorosa para todos. Ninguno de ellos podía imaginarse cómo o cuándo podrían volver a verse. Ella subió a un tren y desapareció de sus vidas de camino a una nueva existencia, dejando un vacío en la familia”.

Pero no pasó mucho tiempo para que Fritz y Gustav fueran nuevamente arrestados por la Gestapo y Gustav fue conducido en tren a Buchenwald. Él llevaba escondidos una libreta de bolsillo y un lápiz, en donde escribía todo lo que estaba viviendo.

Mientras tanto, Fritz fue llevado a una celda, donde mantenían a los judíos en condiciones deplorables, ahí estuvo por tres semanas, finalmente fue enviado en tren a un campo de concentración. 

“Encerrado en aquella masa de cuerpos, Fritz se balanceaba con las sacudidas del tren, agobiado por la proximidad de los demás”.

Los hombres de las SS eran peores que los que había visto en Viena, eran sádicos y golpeaban a las personas, sin razón alguna.

Apenas llegó, les pidieron correr, y al que paraba, se le disparaba sin piedad. Mientras corría con dificultad, no podía creer lo que veían sus ojos, pudo divisar a lo lejos que su querido padre estaba ahí.

“Cada hombre había recibido una tira de tela con su número de prisionero que tenía que coser en el pecho del uniforme junto a otro distintivo. Al examinar el suyo, Fritz vio que era una estrella de David formada por un triángulo amarillo y uno rojo superpuestos. El resto de los hombres tenían el mismo”.

Gustav y Fritz compartían una misma litera y después de unos días en cuarentena, los pusieron a trabajar en el mantenimiento de los desagües de la cantina. Y así empezaron una nueva vida en ese lugar, apoyándose mutuamente y tratando de pasar desapercibidos ante los ojos de los guardias. Gustav nunca dejó de escribir en su pequeño diario, las atrocidades que veía día a día.

“Cada día, raciones pobres; cada día, de pie durante horas en el recuento, soportando el frío y la lluvia; cada día, golpes y heridas”.

La debilidad por el castigo y el maltrato empezaban a hacer estragos en ambos. Soportando inviernos crudos, golpes e insultos, pero al menos estaban juntos y eso les daba mucha fuerza.

“Empezaba otro año, pero nada cambiaba en ese mundo excepto el avance de las estaciones y el paso diario de las vidas. El aire gélido arrastraba el humo del crematorio y llevaba hasta las fosas nasales de los prisioneros el olor de su propio futuro”.

Mientras tanto, fuera de ese infierno, Tini vivía a duras penas y hacia lo imposible para sacarlos de allí. Gracias a unos amigos, el pequeño Kurt pudo acceder a una visa y fue llevado a Estados Unidos.

La SS había matado a varios de sus amigos, Fritz y Gustav estaban al límite de sus fuerzas. Pero a esto, se vendría una noticia aún peor, en una lista indicaban que algunos de los prisioneros, serían enviados a Auschwitz y entre ellos, estaba el nombre de Gustav, su padre.

Fritz estaba aterrorizado, pues solo la idea de separarse de él, lo ponía mal y estaba seguro de que no lo soportaría y que no podría seguir viviendo sin él.

“Si quieres seguir viviendo, tienes que olvidarte de tu padre”.

Y aunque él era un trabajador esencial, y sabía que no sería trasladado, prefería estar con su padre e ir con él a Auschwitz, aunque eso significaba una sentencia de muerte. Muchos amigos intentaron persuadirlo y convencerlo que lo que pensaba hacer era una locura, pero nadie pudo convencerlo de hacer lo contrario, sin imaginar, lo que tendría que vivir.

 Una lista…Una decisión…una nueva vida

Con un lenguaje sencillo, el autor nos sumerge en la vida de los integrantes de una familia, quienes vivieron una verdadera pesadilla durante la Segunda Guerra Mundial.

Lo que más me llamó la atención de este libro es que está basado en una historia real, pues gracias a las anotaciones de Gustav en su pequeña libreta, nos revela detalles, muchas veces desconocidos, de la vida diaria de un prisionero, en un campo de concentración.

Otro punto importante del libro es que conoceremos más de la vida de los judíos que pudieron escapar y refugiarse en otros países, donde muchas veces, eran apartados y discriminados. Y es a través de los ojos de estas valientes personas que conoceremos tanto la vida dentro de un campo de concentración, como la vida de los judíos, fuera de los campos.

Conocer de primera mano la escalofriante vida en Auschwitz y cómo los seres humanos tuvieron que aceptar vivir en condiciones terribles, puede ser muy duro para algunos, pero considero que es importante que conozcamos lo que realmente pasó en esa época nefasta, pues un pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla.

Y para los amantes de la historia, en este libro encontrarán una recopilación de muchos datos históricos que serán de mucha ayuda para el lector.

No me queda más que recomendarles tan buen libro, donde el amor y la resiliencia son partes fundamentales de esta lectura y estoy segura, que los conmoverá de principio a fin.

Espero muchos se animen a leer de tan buena lectura.

¡Un beso a todos!😘💙