EL MUNDO DE AYER. MEMORIAS DE UN EUROPEO de Stefan Zweig

TÍTULO:   El mundo de ayer. Memorias de un europeo
AUTOR:    Stefan Zweig
GÉNERO: Biografías, memorias
EDITORIAL: Acantilado
PÁGINAS: 552

SINOPSIS: 

'El mundo de ayer' es uno de los más conmovedores y atractivos testimonios de nuestro pasado reciente, escrito además con mano maestra por un europeo empapado de civilización y nostalgia por un mundo, el suyo, que se iba desintegrando a pasos agigantados. Escritor extraordinariamente popular y testigo de excepción de los cambios que convulsionaron la Europa del siglo XX entre las dos guerras mundiales, Zweig recuerda, desposeído y en tierra extraña-en unas circunstancias personales de insospechado dramatismo-, los momentos fundamentales de su vida, paralela en mucho a la desmembración de aquella Europa central que se quería más libre y segura, al abrigo de la locura y la tormenta. El resultado es un libro capital, uno de los mejores de Zweig y referencia inexcusable para entender los desvaríos de un siglo devastador.

Mi opinión

¡Hola, amigos! 😀💙¿Cómo les va el día de hoy? Espero súper bien y con muchas ganas de iniciar esta nueva semana.

Por esta parte del mundo, seguimos en verano 😎🌞 así que después de un maravilloso día de playa, vengo a dejarles mi opinión del libro El mundo de ayer. Memorias de un europeo de Stefan Zweig, una lectura que me conmovió mucho y espero muchos se animen a leer.

Ahora sí, vamos a la reseña.  

El libro nos lleva a la ciudad de Viena, antes de la Primera Guerra Mundial, donde un sentimiento de seguridad invadía a todas las personas y tenían mucha fe en el progreso.  Convencidas de ir por el camino correcto, miraban con desprecio, las épocas donde la hambruna y la guerra eran parte de la sociedad.

Todo marchaba a la perfección, la vida del autor y de todos, avanzaba de acuerdo a lo planeado, era como si todo ocupara su lugar exacto y que nada podría cambiar ese orden que había durado por años.

El siglo XIX mostraba un progreso digno de resaltar, por los grandes inventos y el avance de la ciencia, creando un nuevo estilo de vida entre sus ciudadanos.

“En efecto, hacia finales de aquel siglo pacífico, el progreso general se fue haciendo cada vez más visible, rápido y variado. De noche, en vez de luces mortecinas, alumbraban las calles lámparas eléctricas, las tiendas de las capitales llevaban su nuevo brillo seductor hasta los suburbios, uno podía hablar a distancia con quien quisiera gracias al teléfono, el hombre podía recorrer grandes trechos a nuevas velocidades en coches sin caballos y volaba por los aires, realizando así el sueño de Ícaro”.

En esa época, las comunidades judías vivían en perfecta armonía en aldeas, por ejemplo, la familia de su padre era de Moravia, su abuelo se dedicó al comercio y su padre fundó una pequeña fábrica de tejidos, que poco a poco fue creciendo, convirtiéndose en una empresa, que llegó a proporcionarles cierta fortuna, convirtiendo a su padre en un gran industrial.

 Mientras que su madre, procedía de una familia acomodada y cosmopolita, nacida en el sur de Italia, hablaba alemán, e italiano y en su familia, era natural pasar de una lengua a otra.

Y así vivían muchas familias judías, con un aire de nobleza por la posición que ocupaban en la sociedad. Algo que molestaba tanto a él como a su hermano, ya que le disgustaba que su familia clasificara a sus amigos.

“En opinión generalmente aceptada, la verdadera y típica finalidad de la vida de un judío consiste en hacerse rico. Nada más falso. Para él, llegar a ser rico significaba sólo un escalón, un medio para lograr el auténtico objetivo, pero nunca es un fin en sí mismo. El deseo propiamente dicho del judío, su ideal inmanente, es ascender al mundo del espíritu, a un estrato cultural superior”.

Viena era una ciudad maravillosa, donde se respiraba arte y se disfrutaba del teatro, de las fiestas y buena música. Los vieneses disfrutaban de una buena charla y vivían la vida sin apuros, cosa no muy bien vista por los alemanes de la época. Vivían con problemas que ahora podrían considerarse insignificantes.

“¡Qué minúsculas todas aquellas preocupaciones! ¡Qué apacibles aquellos tiempos! Tuvo más suerte la generación de mis padres y abuelos, que llevó una vida tranquila, llana y clara de principio a fin”.

Todos los chicos después del colegio, aprendían otros idiomas, buenos modales y música, ya que eso era bien visto en las familias.

Las escuelas austríacas, eran vistas como una obligación por los jóvenes. Con maestros esclavizados por el sistema, dictaban clases sin entusiasmo e impartían conocimientos, que muchas veces no tenían relación con el mundo real, siendo el día más feliz de su vida, el día que terminó la escuela.

Muchos de los alumnos, contagiados por la atmosfera artística de la ciudad, preferían crear poemas y empaparse de lecturas que los apasionaban.

“Este sentimiento de insatisfacción hacia la escuela no era, en absoluto, una actitud personal; no recuerdo que ninguno de mis compañeros dejase de experimentar repugnancia al notar cómo aquel fastidio obstaculizaba, amargaba y reprimía nuestros mejores propósitos e intereses”.

Cuando ascendió el partido socialista y los obreros querían desfilar y declarar el primero de mayo, como día del trabajador, fue visto con temor por la burguesía rica. Quizás cegados por esa vida pacifica, no se daban cuenta que peligrosos cambios se avecinaban en su país.

Las universidades mantenían un aura romántica y pertenecer a una universidad, situaba al estudiante en una mejor posición que cualquier otro chico de su edad. Fue ahí donde Stefan empezó a enviar sus poesías a los periódicos y cada vez que eran aceptadas, recibía un impulso para continuar escribiendo.

“Si repaso mi vida, recuerdo pocos momentos tan felices como los primeros de mi época universitaria sin universidad. Era joven y, por lo tanto, no sentía aún la responsabilidad de tener que hacer algo perfecto.”

En su juventud, decidió hacer un viaje a Paris, encontrando un buen círculo de amigos, pero con tristeza pudo ver que la cruz gamada ya se encontraba colgando de la torre Eiffel, sin duda, los cambios se avecinaban y muchos no estaban preparados para ello.

“Lo sé, lo sé, no es sólo Paris la que sufre hoy; tampoco el resto de Europa volverá a ser en décadas lo que fue antes de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, las tinieblas que sumieron a Europa todavía no han llegado a disiparse del todo sobre el horizonte del continente, antes tan claro; la amargura y la desconfianza entre un país y otro, entre un hombre y otro, han permanecido como un veneno devorador en su cuerpo mutilado”.

Después de visitar varios países, se instaló en Viena en un pequeño apartamento, mientras muchos de sus amigos estaban ya casados, él se sentía joven aún, quería vivir sin ataduras y libre para seguir escribiendo y publicar sus libros.

Todavía el pánico no se había apoderado de sus vidas, pero ya se sentía cada vez más cerca, como una ola imparable. El idealismo y confianza en que nada les pasaría, los llevó a no prestar atención a las señales y la guerra finalmente llegó.

El sabor del miedo se podía sentir y finalmente, un 28 de junio de 1914, un disparo en Sarajevo, cambiaría su mundo. Nadie estaba preparado para enfrentar este cataclismo, que asolaría a toda Europa.

“Y fue así como interrumpí sin querer la lectura: cuando, de repente, la música paró en mitad de un compás. No sabía qué pieza estaba tocando la banda en aquel momento, sólo noté que la melodía había cesado de golpe”.

La invasión alemana había comenzado y nada ni nadie podría pararla. Y es que nadie, ni en sus peores pesadillas, pudo imaginar lo que pasaría.

Sumado a esto, muchos periodistas, artistas y poetas, se sumaron en la lucha de incitar al odio, en vez de combatir la guerra, provocando el repudio hasta en los más imparciales, lo que trajo consecuencias terribles.

Aunque al comienzo, intentó alejarse de esa psicosis colectiva, le fue imposible.

Poco a poco, fue creciendo en él, el impulso de participar en la guerra, por lo que apenas hubo una oportunidad que le brindó el Archivo Nacional, recolectando proclamas, no dudó en hacerlo.

Y gracias a esto, pudo ver el verdadero horror de la guerra.

“Vi, sobre todo, la terrible miseria de la población civil, sobre cuyos ojos aún se cernía como una sombra todo lo que había tenido que sufrir. Vi la miseria, jamás sospechada, de la población judía hacinada en los guetos, donde entre diez y doce personas vivían en una sola habitación de planta baja o del sótano. Y por primera vez vi al enemigo”.

Como consecuencia de la guerra, muchas ciudades quedaron destruidas, con gente hambrienta y sin esperanzas. Austria vivía la peor época de su historia y para él, significaba regresar a una Austria desconocida y totalmente diferente.

Después de la guerra, llegó la paz y por unos años, pudo gozar de tranquilidad. La gente tenía la esperanza de que finalmente, la felicidad había llegado para quedarse.

Pasados unos años, el descontento de la clase trabajadora y las crisis políticas, dejarían una puerta abierta al nacionalsocialismo, engañando a través de promesas al pueblo, para lograr sus propios fines. Y cuando Hitler tomó el poder y empezó la invasión, sabía que lo peor estaba por venir. La guerra amenazaba con volver, era como si 1914 volvía a repetirse y el fantasma de la guerra volvía para quedarse.

“Lo que un hombre, durante su infancia, ha tomado de la atmósfera de la época y ha incorporado a su sangre, perdura en él y ya no se puede eliminar”.

Historia de autoexilio y nostalgia de una Europa que amaba.

El autor nos describe con detalle, un antes y un después, de los años felices vividos en Viena y los años terribles durante la guerra y posguerra.

Siendo testigo presencial del horror, nos describe cómo transcurrió su vida, en medio de libros, viajes y aprendizaje.

Narrado en primera persona, el libro consta de dieciséis capítulos en los cuales podemos sentir la nostalgia del autor, al describir las calles de su ciudad, su niñez, sus amigos, su vida y veremos cómo el horizonte político se iba oscureciendo poco a poco ante sus ojos.

Zweig fue un defensor de la comunidad intelectual en Europa y gracias a este libro, comparte con nosotros su mundo, un mundo golpeado por las guerras, acompañado siempre de sus libros.

Una época idílica que poco a poco cambiaría por culpa de dos guerras mundiales y con gran pena y tristeza, el autor nos transportará a días oscuros y nos mostrará cómo la vida del escritor iba cambiando.

Siendo judío, en esas épocas turbulentas, hizo que su visión optimista de la vida, cambiara radicalmente.

Una novela autobiográfica que no decepciona y que conmueve, gracias a su maravillosa pluma.

Una mirada a la guerra, a través de sus ojos, algo que actualmente nos acecha y no podemos ser indiferentes.😔

Recomiendo esta lectura, a todos los que quieran conocer más sobre esos años terribles durante y después de las guerras.

Un viaje nostálgico a través de sus ojos, escrita desde la distancia.

Espero muchos se animen a leer esta maravillosa lectura.

¡Besitos!😘😘