TÍTULO: IMPOSIBLE DECIR ADIÓS
AUTOR : HAN KANG
GÉNERO: NOVELA CONTEMPORÁNEA
EDITORIAL: RANDOM HOUSE
PÁGINAS: 256
Una gélida mañana de finales de diciembre, Gyeongha recibe un inesperado mensaje de su amiga Inseon: después de sufrir un accidente en su taller de carpintería en la isla de Jeju, ha sido trasladada de urgencia a un hospital de Seúl. Desde la cama, Inseon le ruega que tome el primer vuelo a la isla y se ocupe de su pequeña cotorra antes de que se le acaben el agua y la comida.
Pero, desafortunadamente, cuando Gyeongha llega a Jeju se desata una terrible tormenta de nieve. ¿Llegará a tiempo para salvar al pájaro antes de que caiga la noche?, ¿sobrevivirá al viento helado que la envuelve a cada paso? Lo que ni siquiera sospecha es que algo más oscuro la espera en casa de su amiga.
Allí, la historia enterrada de la familia de Inseon está a punto de salir a la luz a través de los sueños y los recuerdos transmitidos de madre a hija y de un archivo cuidadosamente compilado que documenta una de las peores masacres de la historia de Corea.
Imposible decir adiós, la novela más reciente de la premio Nobel y galardonada con el Médicis Étranger, es un himno a la amistad y un canto a la imaginación, pero sobre todo una poderosa denuncia contra el olvido.
Mi opinión
¡Hola, amigos! 😀🌷 ¿Cómo les va? Espero se encuentren muy bien y siempre disfrutando de buenos libros. Por aquí, los días fríos no nos quieren dejar y la primavera se está haciendo esperar, así que, el clima invita a una buena taza de té caliente, sofá, manta y una buena lectura. ☕🌷📚😊
Hoy les traigo la reseña de un libro que me mantuvo enganchada a la trama y a la prosa de la autora, a quien ya había leído antes.
Dicho esto, empecemos...
Gyeongha, nuestra protagonista, avanza en medio de la nieve y a lo lejos, divisa una colina llena de troncos negros, donde la nieve se va acumulando. Mientras avanza, se pregunta si esos troncos son tumbas y si se encuentra en un cementerio. De pronto, Gyeongha siente que al agua del mar llega a sus pies, ya que la marea está subiendo y pronto el mar se llevará todo lo que encuentre a su paso. Siente una gran impotencia, ya que no puede hacer nada para evitar que la marea se lleve incluso las tumbas, por lo que solo atina a cerrar los ojos.
Este era un sueño que tuvo en el verano del 2014, después de publicar su libro sobre la masacre de Gwangju, y nunca dudó que el sueño podría tener un significado especial.
A lo largo de los años, Gyeongha pasó por varias despedidas personales, vivía en un apartamento alquilado en Seúl y aún no se acostumbraba a la idea de no tener a nadie a quien cuidar, pues es lo que había hecho antes, cuidando y atendiendo a su familia.
Y aunque siempre había querido tener todo el tiempo para dedicarse a la escritura, ahora que finalmente lo tenía, ya no le nacía escribir.
No salía de casa y solo se alimentaba pidiendo comida, aunque muchas veces le caía mal. Preparó su testamento, pero se dio cuenta que no tenía a nadie a quien dejarle lo que tenía y tampoco sabía quien se encargaría de sus asuntos pendientes. Por lo que empezó arreglando el viejo apartamento donde vivía, botando las botellas vacías, la ropa y papeles que se fueron acumulando con el paso de los días. Mientras, no podía evitar pensar en la fragilidad de la gente.
“Entonces caí en la cuenta de lo frágil que es la existencia humana; de lo fácil que se quiebran y desgarran la piel, los órganos, los huesos y la vida. Todo por una decisión”.
Y aunque no se había reconciliado con la vida, se dio cuenta que esos dos meses de encierro, le habían pasado factura. Su cuerpo no era el mismo, había perdido masa muscular, tomaba muchos medicamentos para combatir las migrañas y dolores estomacales, no hacía ejercicio y su alimentación no era la adecuada, por lo que sabía que tenía que romper ese círculo vicioso.
Un día, mientras se encontraba parada frente a un semáforo, se hizo las siguientes preguntas: ¿Dónde comenzó a desmoronarse todo? ¿Cuándo se torcieron las cosas? ¿Qué brecha o rotura fue el punto de inflexión?
Gyeongha había sufrido de pesadillas desde el invierno del 2012, y es que, no podía evitar que escribir sobre la masacre de una ciudad le afectara tanto.
Por lo que, para no alterar a su familia, especialmente a su hija, consiguió un estudio a pocos minutos de su casa para poder escribir y volver en la tarde a su casa. Intercalaba entre los días que tenía que dar clases, la investigación que hacía para su libro y los quehaceres del hogar. Por lo que nunca descuidaba los momentos que pasaba con su familia y conversar con su hija que acababa de entrar a la secundaria.
Pero las pesadillas no paraban y no dormía bien. Cuando terminó de escribir, le pidió a la editorial que lo publicaran lo antes posible, pensando que así, las pesadillas terminarían, sin embargo, las pesadillas continuaron.
Es por esas fechas que tuvo el sueño de los troncos negros y la marea.
“—Los sueños son algo aterrador —musité en un murmullo—. Mejor dicho, son algo vergonzoso, porque revelan cosas de ti de las que ni siquiera eres consciente.”
Un día, recibió un mensaje de Inseon, una amiga a quien no veía hace mucho y le decía que debía hablar con ella. Ella era fotógrafa, hacía documentales y hace un tiempo se había mudado a su pueblo para cuidar a su madre, hasta que ella murió y se quedó sola, haciendo trabajos de carpintería. Una vez, estuvieron a punto de hacer un documental en base a los sueños de los troncos, pero por diversas razones, ese documental nunca vio la luz.
Para su sorpresa, tenía que ir a verla al hospital, ya que había tenido un accidente. No pudo evitar asombrarse por su entereza y fortaleza para resistir el dolor, era algo realmente admirable.
Este encuentro inesperado con su amiga del pasado, la apartó de sus pensamientos de terminar de escribir su testamento, y es que, Inseon le pediría que se quede en su casa y alimente a su ave, mientras se recuperaba de su accidente. Un favor al que Gyeongha no podía negarse.
Este viaje a un lugar tan ajeno y lejos de todo, la llevaría a reflexionar sobre épocas pasadas, tiempos violentos en medio de la guerra y la dictadura, donde se llevaban a gente en camiones, pero, sobre todo, conocería datos desconocidos de la familia de Inseon, especialmente, de la vida de la madre, a quien le era imposible olvidar todas las atrocidades que había visto.
“Por momentos, mi madre tenía destellos de lucidez extrema, momentos en los que la asaltaban recuerdos cortantes como cuchillos afilados. Entonces se ponía a hablar sin parar. Como si la hubieran abierto con un bisturí, los recuerdos brotaban imparables como borbotones de sangre. Pero en cuanto se apagaba ese destello, se hundía en una confusión todavía mayor.”
Con lo que no contaba, era que llegar a la aldea de Inseon en medio de la nieve, sería bastante difícil y la pondría a prueba, debido a su estado de salud.
Encontró todo tal como Inseon lo había dejado el día del accidente, las manchas de sangre en el taller de carpintería, los troncos que iba a utilizar en el documental, Ama, su cotorra en la jaula, la casa en silencio, todo detenido en el tiempo.
Pero, lo que no sabía, era la experiencia que estaba a punto de vivir… ¿Qué sorpresas más encontraría en esa casa?
“Mientras atravesaba el camino cubierto de nieve y sumido en la creciente oscuridad, no podía dejar de pensar en el viento. Lo sentía a cada paso, pues era como una mancha de tinta china esparciéndose en la quietud, como una sombra que en cualquier momento pudiera adoptar una forma nítida.”
Gyeongha... Inseon
El libro consta de tres partes. La pluma de la autora, casi poética, nos envuelve de a pocos y nos lleva por un viaje lleno de melancolía, donde el pasado y el presente se entremezclan y podremos conocer historias de lucha y sacrificio, en medio de épocas conflictivas y de mucha represión.
Y aunque iremos conociendo una historia dura y emotiva, el libro se lee con facilidad, manteniendo un ritmo adecuado que nos permite avanzar y sorprendernos con la maravillosa prosa de la autora.
“¿Habremos tocado fondo por fin?», pensé en medio de la sofocante quietud. ¿Habíamos llegado al borde del abismo cuyas fauces se abren profundas? ¿Nos encontrábamos en lo más hondo del mar, donde nada irradia luz?”
Conoceremos historias de vida en épocas nefastas, en medio de la guerra y la dictadura, siendo esta lectura, un grito ahogado desde el pasado que nos pide no olvidar.
El libro me permitió conocer datos que desconocía sobre la guerra en la República de Corea, la cual se cobró la vida de miles de personas, donde la persecución y los arrestos sembraron el miedo entre los habitantes y solo algunos afortunados se pudieron salvar, escapando, perdiendo todo contacto con amigos y familia, ya que, de ser encontrados, serían fusilados sin piedad.
El libro nos habla de la amistad, de la nostalgia, de la muerte y de los sacrificios.
Si quieres disfrutar de una lectura llena de emociones, este libro es para ti.
¡Besos! 😘😘🌷📚
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