EL CANDELABRO ENTERRADO de STEFAN ZWEIG

TÍTULO: EL CANDELABRO ENTERRADO
AUTOR:  STEFAN ZWEIG
EDITORIAL: ACANTILADO
PÁGINAS: 144

SINOPSIS:

Cuando la menorá (el candelabro de siete brazos del Templo de Salomón) es robado por los vándalos durante la caída de Roma, entre la comunidad judía cunde el desánimo. La menorá debe ser recuperada a cualquier precio. Se inicia, entonces, un peregrinaje legendario, que será también el combate secreto de la justicia contra el poder. 

Esta novela cuenta la historia de alguien que trata de proteger este objeto sagrado, uno de los símbolos más antiguos del judaísmo. Sucesivos avatares harán que el candelabro pase de mano en mano, alejándose cada vez más de sus legítimos dueños. Escrita con la minuciosidad a que nos tiene acostumbrados Zweig, en esa búsqueda se encuentran el sufrimiento y la perseverancia, en una historia en la que, al impulso de la leyenda, el amor acaba siendo protagonista. .

Mi opinión

¡Hola, queridos amigos! 😀🌷 ¿Cómo les va? Espero se encuentren muy bien. Por estos lares, estoy disfrutando de los pocos días soleados que nos regala el maravilloso otoño y esperando que el próximo invierno no sea tan frío como el anterior.

Para los que siguen mi blog, no es ningún secreto que desde la primera vez que leí a Stefan Zweig, quedé enamorada de la pluma del autor y desde entonces, he leído muchas de sus obras, por lo que pueden encontrar en mi blog, varias reseñas de sus libros. Es por esto que hoy les traigo la reseña del libro: El candelabro enterrado de Stefan Zweig, el cual espero se animen a leer.

Dicho esto, comencemos...

Un día del mes de junio del año 455, cuando había terminado un combate en el circo Máximo de Roma, llegó un mensajero montado en su caballo  y se acercó hacia el emperador Máximo. Como resultado, el emperador se levantó y salió rápidamente del circo, dejando al público sorprendido, sin saber lo que pasaba. 

De pronto, un rumor se empezó a propagar, los vándalos, los piratas del Mediterráneo, habían desembarcado en Portus y estaban avanzando hacia la ciudad. Eso provocó que la gente saliera huyendo, atropellándose entre sí, luchando por salir y refugiarse ante la inminente invasión de los bárbaros.

“¡Los vándalos! La palabra circuló primero de boca en boca como un tímido cuchicheo; después, bruscamente, se convirtió en un grito atronador: «¡Los bárbaros! ¡Los bárbaros!”

La gente luchaba por salvaguardar sus bienes para no perderlos a manos de los invasores. Toda Roma los esperaba con miedo, mientras tanto, los bárbaros avanzaban cabalgando, con Genserico, el rey de los vándalos a la cabeza. Ellos sabían que este sería un saqueo en el que la gente no pondría resistencia. Años atrás, el papa León había convencido al terrible Atila de que respetara Roma y este accedió. Pero esta vez era diferente, Genserico se acercó al majestuoso hombre de barba blanca, sin hacer ninguna reverencia. El papa le imploraba perdón para la ciudad santa y Genserico solo respondió que no se preocupara, pues no cometerían ninguna barbarie, no incendiaría Roma y respetaría a las mujeres y los bienes de la iglesia, y que solo se limitarían al saqueo.

Dicho esto, Genserico añadió en tono amenazador, que abran las puertas de Roma. 

Una hora más tarde, estaban totalmente invadidos por los bárbaros.

El saqueo fue frio y sistemático, apoderándose de todo lo que tenía valor, obligando a los obreros y esclavos a ayudarlos. Pero eso sí, durante el tiempo que duró el saqueo, no se derramó ni una sola gota de sangre.

“A veces aullaban los perros, a los que la gente, sumida en el propio temor, se había olvidado de alimentar; otras veces resonaba sombrío, por encima de los muros, un toque de tuba que anunciaba el relevo de la guardia. En las casas, sin embargo, la gente contenía el aliento. Había caído la ciudad que había vencido al mundo, y, cuando de noche el viento recorría las estrechas calles, sonaba como el débil gemido de un moribundo que siente escapársele la última gota de sangre de las venas.”

En la orilla izquierda del Tíber, los judíos de la comunidad romana se reunían en casa de Moisés Abtalión, un viejo artesano que tenía un espacio grande para que todos los judíos estuvieran orando juntos, durante esos trece días del saqueo, ya que su única arma era la oración.

“Sólo la oración aportaba refugio, paz y consuelo en este azorado mundo. Porque la oración es prodigiosa: aturde el miedo con grandes promesas, adormece el horror de las almas con salmodias, con el murmullo de sus alas levanta hacia Dios los corazones apesadumbrados; por ello, es bueno rezar en la necesidad, y aún mejor rezar en común, pues todo lo pesado se vuelve ligero cuando se lleva entre muchos, y todo lo bueno se vuelve mejor si se hace en compañía.”

Sin embargo, un visitante llegaría a la casa de Moisés Abtalión, comunicándoles lo que tanto temían. Finalmente lo habían encontrado, los bárbaros habían encontrado uno de sus símbolos sagrados: el candelabro de Dios, la menorá, esta noticia los dejó aturdidos, lamentándose sin saber qué hacer.

Pero el rabino Eleazar, uno de los más sabios de la comunidad y que tenía casi ochenta años, tomó la palabra y después de analizar la situación, concluyó en que debían unirse y recuperar el candelabro, cueste lo que cueste. Es así que, emprendieron la búsqueda, acompañados de un pequeño niño llamado Benjamín, que sería el testigo ante las generaciones futuras en caso murieran los mayores. Lo que no sabía el pequeño Benjamín Marnefesh, es que se convertiría en parte de una leyenda.

“¡Míralo, míralo! ¡Tú serás el último que habrá visto nuestro sagrado candelabro! ¡Serás testigo de cómo se lo llevaron, de cómo lo robaron!”

Este sería el comienzo de un viaje, lleno de situaciones inesperadas, todo con tal de recuperar el menorá, el candelabro de siete brazos.

UNA BUSQUEDA…UN CANDELABRO

En esta ocasión, Stefan Zweig nos muestra la vida de los judíos en épocas pasadas, donde los sacrificios y el sufrimiento siempre estuvieron presentes.

Gracias a los personajes que muestran una gran sabiduría, aprenderemos más sobre el significado y el peregrinaje de el menorá, el cual representa la luz, ya que ilumina el camino de los hombres. 

El libro está ambientado en las épocas en las que el imperio romano sufría de varias invasiones, las cuales debilitaron el imperio y finalmente, provocaron la caída de Roma.

Esta lectura nos lleva a reflexionar sobre los designios de Dios, la religión, la fe y la esperanza de tiempos mejores. 

Sin duda, esta es una lectura muy interesante, donde se nos muestra el verdadero significado espiritual de un símbolo sagrado y lo que un pueblo es capaz de hacer, con tal de recuperar lo que le pertenece.

No me sorprende que Stefan Zweig haya escrito este libro y es que, por su origen judío, podía entender el verdadero significado de esa búsqueda inalcanzable, ese exilio forzado y doloroso, solo teniendo la fe como fortaleza. 

Espero muchos se animen a leer y disfrutar de esta lectura.

¡Un beso a todos! 😘🌷📚🌞