LA VIDA SIMPLE de SYLVAIN TESSON

TÍTULO:   LA VIDA SIMPLE
AUTOR:    SYLVAIN TESSON
GÉNERO: RELATO AUTOBIOGRÁFICO
EDITORIAL: ALFAGUARA
PÁGINAS: 240

 SINOPSIS: 

 ¿Y si la felicidad consistiera en despojarse de todo? 

Desde el momento en que supe que no podría hacer gran cosa para salvar al mundo, empecé a pensar en instalarme por un tiempo, solo, en una cabaña. Compré una isba de troncos, lejos de todo, en la orilla del lago Baikal. Allí, durante seis meses, a cinco días de marcha del pueblo más cercano, perdido en una naturaleza desmesurada, traté de ser feliz.

 Creo haberlo logrado.

 ¿Y si la libertad consistiera en adueñarse del tiempo?

 ¿Y si la felicidad fuera disponer de soledad, de espacio y de silencio... cosas de las que carecerán las generaciones futuras?

Mi Opinión

¡Hola, mis queridos amigos! 😀💙🌷🌞¿Cómo les va el día de hoy? Espero se encuentren tan bien como yo.

Hoy les traigo la reseña de una lectura diferente, tranquila y sin complicaciones. Hoy hablaremos del libro: La vida simple de Sylvain Tesson, una lectura ligera que nos llevará a un lugar lejano, donde nuestro personaje tratará de encontrar la felicidad.

¿Se imaginan vivir seis meses en medio de la nada, alejados de todo contacto humano?

Con esta pregunta, empezamos la reseña de este libro autobiográfico de Sylvain Tesson.

Sin aun haber cumplido los cuarenta años, un hombre decide ir a vivir a los bosques como un ermitaño. Toma esta radical decisión, ya que está en busca de tranquilidad y la ansiada paz interior.

Se instala en una cabaña siberiana a orillas del lago Baikal y está decidido a pasar seis meses en completa soledad, rodeado de un imponente paisaje, piensa que este lugar es el paraíso.

“En ese desierto me inventé una vida sobria y bella, viví una existencia reducida a gestos simples, miré los días pasar, frente al lago y al bosque. Corté leña, pesqué la cena, leí mucho, subí a las montañas y bebí vodka, mirando por la ventana. La cabaña era un puesto de observación ideal para captar los estremecimientos de la naturaleza. Conocí el invierno y la primavera, la felicidad, la desesperación, y, finalmente la paz”.

Ya instalado, nuestro protagonista comienza a escribir un diario, relatando sus días en ese lugar lejano. No puede evitar remontarse al año 2003, año que visitó por primera vez el lago Baikal, donde conoció a ermitaños felices viviendo en cabañas a orillas del lago y siete años después, él es uno de ellos.

Fue así como llega con todo el material necesario, como cañas de pescar, teteras, lámparas, brújula, libros, víveres, entre otras cosas más, para pasar los próximos seis meses de su vida en ese lugar.

“Cuando uno desconfía de la pobreza de su vida interior, hay que llevar buenos libros: con ellos siempre se podrá llenar el vacío”.

Y con la ayuda de su amigo Arnaud, poco a poco se va instalando en la cabaña, la que pronto se convertiría en su hogar. Para Serguei, el jefe de los guardias que también vino acompañándolos, ese lugar es el mejor para suicidarse.

“Estoy solo. Las montañas me parecen más severas. El paisaje se revela en su intensidad. El lugar me salta al rostro. Es asombroso cómo el hombre acapara la atención del hombre. La presencia de los otros borronea el mundo. La soledad es esta conquista que devuelve el goce de las cosas”.

Finalmente está solo. El frio, el lago y las montañas, son la única compañía que tiene y siente la verdadera sensación de soledad, esa que tanto buscaba, como una manera de encontrarse a sí mismo.

“Estar solo es escuchar el silencio. Una ráfaga. El granizo pequeño nubla la vista. Suelto un grito. Levanto los brazos, alzo la cara al vacío helado y entro al calor. He llegado al embarcadero de mi vida. Al fin sabré si tengo una vida interior”.

En ese estado de soledad, no puede evitar reflexionar y recordar lo que ha vivido en sus treinta siete años de vida.

La estufa calienta la cabaña rápidamente y no siente los treinta grados bajo cero de ese crudo invierno siberiano. Poco a poco se va acostumbrando a esta nueva vida en la cabaña, donde el sol desaparece a las cinco de la tarde y la oscuridad se va apoderando de su entorno.

La vida en una cabaña es un tanto monótona, pero apacible, solitaria y meditabunda, donde solo mirar al horizonte o pisar el hielo, puede curar la angustia y todo lo que uno diga en voz alta, se lo llevará el viento.

Los pensamientos, reflexiones y el remordimiento, son solo interrumpidos por la fricción de los hielos y por el viento sacudiendo los árboles, pasando a través de las ramas.

“El hombre libre es dueño del tiempo. El hombre que domina el espacio es apenas poderoso”.

Volodia e Irina, a quienes solo ve de cuando en cuando, son sus vecinos más próximos y viven sobre el hilo de la orilla, ellos están acostumbrados a tratar con pescadores y a una vida simple.

Los libros, como parte importante de su vida, están presentes en sus pensamientos y muchas frases literarias de los libros que ha leído, vuelven constantemente a su mente.

“Aquí vivo en el reino de la previsibilidad. Cada día se desliza como espejo de la víspera y esbozo del mañana. Las variaciones de las horas juegan sobre la coloración del cielo, las idas y venidas de los pájaros y mil matices apenas perceptibles”.

Y por las noches, patinaje sobre hielo, una forma de entretenimiento y de aprovechar el entorno. Acompañado, casi siempre, de una botella de coñac o vodka.

Y es así como pasa sus días, en medio de lecturas y recuerdos, el tiempo pasa lentamente, en ese entorno que lo envuelve, en medio del silencio y la nieve que cae sobre los árboles.

Acompañado de dos perritos Aika y Bek, los días pasan plácidamente, hasta que un día, un mensaje en el teléfono satelital, hará que se cuestione en qué consiste la verdadera felicidad.

“Todo lo que queda de mi vida son las notas. Escribo un diario íntimo para luchar contra el olvido, para darle un suplemento a la memoria. Si uno no guarda registro de sus hechos y gestos, para qué vivir. Las horas pasan, cada día se borra y la nada triunfa”.

Narrada en primera persona a modo de diario, el autor comparte con nosotros el día a día de un ermitaño.

El autor nos describe a la perfección, como es vivir en una cabaña en medio de la nada y las emociones que lo embargan al encontrarse totalmente solo y aislado del mundo exterior. Así mismo, nos describe con lujo de detalles, el entorno en el que pasa estos seis meses en completa soledad y sus actividades diarias, desde algo tan simple como cortar leña o despertar al amanecer en medio de la nada.

 Lo que más me ha gustado es que nos hace sentir parte de la historia, como si estuviéramos en ese mismo lugar junto al protagonista, en medio de la soledad, observando el lago y en medio del silencio, como fiel y único compañero. 

Algo que llamó mi atención fue la lista de libros que el autor lleva consigo para leer durante su estadía en ese lugar. De más está decirles que apunté muchos de ellos, ya que no los conocía.

Si hay algo que no me haya convencido, sería el hecho de que no pasa nada fuera de lo común y creo que estaba esperando que algo diferente ocurriera.😕

Este libro es como meterte en la cabeza de alguien que ha decidido aislarse del mundo y que mantiene conversaciones consigo mismo, mientras escucha el sonido del agua, lee un libro o simplemente contempla el lago que lo acompaña. Por lo que no esperen giros inesperados o algo de acción, eso no pasa aquí.

Un libro inspirador para muchos, quizás no tanto para otros, de todas maneras, reconozco la excelente pluma del autor y su manera de transmitirnos su experiencia.

Espero muchos se animen a leerlo.

¡Un beso a todos!😘💙