EL HOMBRE ES UN GRAN FAISÁN EN EL MUNDO de HERTA MÜLLER

TÍTULO:   EL HOMBRE ES UN GRAN FAISÁN EN EL MUNDO
AUTORA: HERTA MÜLLER
EDITORIAL: SIRUELA
PÁGINAS: 128

SINOPSIS: 

El hombre es un gran faisán en el mundo es el perturbador retrato de la desintegración de una comunidad germánica asentada en una Rumanía rural, atrapada en una atmósfera opresiva de insólita dureza. Sus páginas vuelven a plasmar la intensa calidad literaria de Herta Müller, ya revelada en su libro de relatos 

En tierras bajas (Siruela, 1990 y 2007), que despertó un gran interés en la crítica dentro y fuera de Alemania. Con trazos rotundos y descarnados, Müller esboza la historia de un pueblo y sus habitantes, reflejando su desesperanza cotidiana, sus conflictos, supersticiones y sueños, en un relato transformado en poesía gracias a la viveza de sus imágenes, al ritmo y la modulación de su prosa.

 

Mi opinión 

¡Hola, mis queridos amigos!😀💚 ¿Cómo les va el día de hoy? Espero muy bien y con buenos ánimos para empezar esta nueva semana.

Hoy les traigo la reseña de El hombre es un gran faisán en el mundo de Herta Müller, un libro corto, pero lleno de emociones, que logrará cautivar a más de uno.

El libro nos presenta a Windisch, su esposa Katharina y su hija Amalie, quienes viven en un pueblo rural rumano. Son épocas difíciles, en las que muchas familias han decidido emigrar y dejar el pueblo. Este es el caso de Windisch, pues no ve un futuro promisorio, ni para él, ni para su familia.

“Cada mañana, cuando recorre en solitario la carretera que lleva al molino. Windisch cuenta qué día es. Frente al monumento a los caídos cuenta los años. Detrás de él, junto al primer álamo donde su bicicleta cae siempre en el mismo bache, cuenta los días. Por la tarde, cuando cierra el molino, Windisch vuelve a contar los días y los años”.

Y aunque no todos piensan igual que él, como el guardián nocturno que ha decidido quedarse, sabe que esta es la mejor opción ante tanto abuso.

Cuando Windisch volvió a su pueblo después de pasar un tiempo como prisionero de guerra, se dio cuenta que muchas personas a las que conocía habían desaparecido o muerto. Por eso es que se unió a Katharina, quien también había perdido a alguien a quien amaba.

Lo que más le preocupaba, era lo que le podía pasar a su hija y es que, en esas épocas, todo era válido con tal de conseguir lo que se necesitaba.

Mientras caminaba acompañado de su bicicleta, no podía evitar sentir que el final estaba cerca. Observaba cada rincón de la calle, las casas y las personas que habitaban en ellas, como la de la vieja Kroner, la del carpintero y la del viejo peletero.

Rudi, el hijo del peletero, era ingeniero y trabajaba en una fabrica de vidrios. Rudi y Amalie se conocían desde que eran niños y cuando jugaban, Rudi no podía controlar sus instintos, como una vez, en la que él le mordió los pezones a Amalie, quien rompió en llanto y salió corriendo.  

El abuelo de Rudi era carpintero y solo le interesaba la madera ya que tallaba figuras con ella, hasta que llegaron los hombres de la ciudad, y comenzó la expropiación. Todos fueron amenazados con matarlos si no firmaban. Lo mismo hacían con las gallinas, los huevos y cualquier cosa que les parecía interesante.

Es así como se adueñaron de las tierras y el viejo peletero fue el único que se enfrentó a ellos, mientras que las demás personas se encerraron en sus casas.

Aún quedaban alemanes después de la guerra en Rumania y Rudi conocía a un integrante de la policía secreta, que ayudaría con los pasaportes.

“En el agua de lluvia también había viento. Un viento que impulsaba campanas de cristal por entre los árboles. Eran campanas opacas, en cuyo interior se agitaban remolinos de hojas. La lluvia cantaba. También había arena en la voz de la lluvia. Y cortezas de árbol”.

Amalie era maestra en un jardín de infancia y sabía cuál era el rol de las mujeres en esa época. Y es que todo era válido para conseguir un pasaporte, eso lo sabían muy bien el cura y la policía.

La preocupación de Windisch de pensar que Amelie tendría que pasar por lo mismo que muchas mujeres pasaron, era como una daga en el corazón. Y aunque su padre y su madre, morirían por que las cosas no fueran así, sabían lo que les esperaba.

Su madre lo sabía muy bien, ya que estuvo cinco años en Rusia, durmiendo en una barraca llena de piojos y tuvo que hacer de todo para sobrevivir.

Todo iba de mal en peor en el pueblo, las expropiaciones continuaban, sumado a esto, había algo más que les había dejado la guerra: la nostalgia... 

“Arriba, en el cielo, flota plácidamente una bicicleta de nubes blancas. En torno a ella, las nubes son agua. Grises y vacías como un estanque. En torno al estanque sólo hay un silencio de montañas. De montañas grises, cargadas de nostalgia”.

Tiempos difíciles…

El título del libro es explicado por la misma autora, pues para los rumanos, el decir “He vuelto a ser un faisán”, significa: “He vuelto a fracasar” y es así, como se sentían los personajes de este libro. 

El libro consta de cuarenta y nueve capítulos cortos, los cuales se leen con facilidad, gracias a la maravillosa prosa de Herta Müller.

La trama es agria, melancólica, fatalista y dulce por momentos. Es así que la autora nos lleva a una época tan lejana y difícil, en la que los personajes tendrán que lidiar con diversas situaciones, con el único propósito de salir adelante.

Es imposible no empatizar con algunos de los personajes y sentir su angustia y frustración, por conseguir la tranquilidad y la ansiada felicidad.

Algo que llamó poderosamente mi atención de esta lectura, es el poco valor que se le daba a las mujeres, su rol era nulo en la sociedad y solo eran vistas como acompañantes u objetos sexuales.

Sin duda, esta es una lectura que nos lleva a una época triste y seremos testigos de la lucha de estas personas, con el único afán de conseguir su objetivo: ser felices.

Recomiendo este libro a los que quieran conocer más de la autora, quien fue ganadora del Premio Nobel de Literatura 2009.

¡Un beso a todos! 😘💙📚🌞