ÁREA 81 de STEPHEN KING

TÍTULO: ÁREA 81
AUTOR:  STEPHEN KING
GÉNERO: TERROR
PÁGINAS: 115

Sinopsis: 

Junto a la autopista de Maine hay un área de servicio, cerrada desde hace tiempo, donde los chicos del instituto se dedican a hacer lo que suelen hacer a su edad. Y hacia allí se dirige Pete Simmons en su bici después de que su hermano mayor no le haya dejado ir con él y sus amigos. Primero encuentra una botella de vodka que decide probar solo para saber qué se siente. Pero, sorbito a sorbito, Pete se emborracha y se queda dormido sobre un colchón sucio. 

 Mientras tanto, un coche cubierto de barro y sin matrícula ha subido la rampa hacia el área abandonada. La puerta del conductor se abre, pero no sale nadie. Desde la carretera, Doug Clayton, agente de seguros y buen cristiano, ve el coche aparcado arriba y decide desviarse para ofrecer su ayuda.

 

Mi opinión

¡Hola, mis queridos amigos! ¿Cómo les va el día de hoy? Espero muy bien y con buenos ánimos para empezar esta nueva semana. 💚😍

Hoy les traigo la reseña del libro Área 81 de Stephen King, una lectura corta, extraña y misteriosa.

Dicho esto, empecemos…

El libro nos presenta a George, a su hermano menor Pete y a un grupo de amigos, quienes se hacían llamar el Escuadrón Rompeculos.

El escuadrón estaba integrado por chicos entre doce y trece años, por lo que no dudaban en correr riesgos y tener aventuras, propias de la edad.

En esta ocasión, el grupo decidió ir al foso de arena, por lo que George le dijo a Pete que no podía ir con ellos, ya que el lugar era bastante peligroso.

Normie Therriault era el líder del grupo y había inventado un juego llamado “Paracaidistas del Infierno”, es por esto, que no quería que su hermano fuera con ellos, él prefería que se quedara esperándolos y evitar problemas con sus padres. Pete aceptó a regañadientes, a cambio de algo de dinero.

Mientras Pete pedaleaba hacia el final de Murphy Street, iba pensando en que había varias cosas que no se le permitían hacer, solo por ser el más pequeño del grupo. Es así que, en un acto de rebeldía y de demostrar a todos, que él también podía ir a lugares peligrosos, no se le ocurrió mejor idea, que dirigirse hacia el área de servicio abandonada.

Mientras avanzaba, veía que el lugar lucía bastante desolado, y aunque había un letrero que indicaba que el paso estaba restringido, Pete siguió adelante y atravesó una malla metálica.

“No había nadie, ni peatones por la acera, ni coches en la calzada. Oyó el aullido de una aspiradora al pasar frente a la casa de los Rossignols pero, aparte de eso, todo el mundo parecía estar dormido o muerto. Pete supuso que en realidad debían de estar trabajando, como sus padres”.

La hierba había crecido a través del asfalto y ya no era ni la sombra de lo que fue antes, llena de comercios y de gente. Mientras avanzaba encontraba botellas vacías de bebidas alcohólicas, revistas y hasta media botella de Vodka, dejadas quizás por chicos mayores que él, que también habían decidido visitar el área.

Llegó a un edificio, que anteriormente había sido un Burger King y aunque al comienzo tuvo reparos en entrar, lo pensó varias veces, pues tenía miedo, finalmente decidió entrar y pensó que esto le serviría para fanfarronear con su hermano y los demás miembros del Escuadrón Rompeculos.

Y es que, a sus diez años, quería que esta fuese una real aventura que podría contar a todos. Por lo que decidió sentarse y beber algo del vodka que había encontrado en su recorrido por el área, al hacerlo el calor llegó a su estómago, a su garganta y a su boca, fue una sensación muy fuerte para él.

Después de recuperarse lo volvió a hacer. Sabía que no podía llegar a su casa borracho, por lo que decidió dormir en uno de los colchones que se encontraban allí, hasta que se le pase.

Pete cayó en un largo y profundo sueño, tanto así que ni siquiera escuchó cuando un coche se estrelló contra el edificio abandonado.

Doug Clayton era un agente de seguros, quien había sido enviado a Portland, para asistir a una conferencia de agentes de seguros, donde se tratarían temas sobre catástrofes.

Doug era creyente, pues Jesús lo había salvado de una vida sumida en el alcohol, por lo que ahora era un predicador laico de su iglesia. Siempre estaba dispuesto a ayudar al prójimo y le aterraba ser una mala persona, por lo que, cuando vio un coche familiar lleno de barro, estacionado en el área de servicio abandonada, no dudó en ver lo que pasaba y averiguar si podía ayudar en algo, sin saber que esa decisión cambiaría su destino.

“Lo que vio lo dejó absolutamente consternado. Los asientos estaban cubiertos de lodo, igual que el salpicadero y el volante. De los anticuados mandos de la radio del coche goteaba una mugre oscura y en el volante había las marcas de algo que no parecían exactamente unas manos.”

Julie Vernon era oriunda de un pueblo pequeño y era de ese tipo de personas que no necesitaba leer en la biblia la parábola del Buen Samaritano, para saber que cuando alguien necesitara de su ayuda, tendría que ayudarlo, ya que eso lo había aprendido de su familia.

Julie vivía en Readfield junto a su compañera Amelia en una granja. Ese día, se dirigía finalmente a casa y llevaba en el remolque a una yegua que recién había adquirido.

En medio de sus pensamientos y recuerdos, se percató que un auto estaba estacionado en el Área 81 abandonada y estaba con las luces de emergencia encendidas, y más adelante se encontraba otro auto lleno de lodo, por lo que no lo dudó dos veces y salió a ver lo que pasaba, sin imaginar lo que vendría después…

“Se agachó para examinar el anillo y el teléfono del suelo. El leve vuelo de su falda de montar rozó el flanco embarrado del coche familiar y pareció fundirse en él. Julie sintió un fuerte tirón hacia la derecha. Una de sus robustas nalgas golpeó el lateral del familiar. La superficie cedió en contacto con ella y luego envolvió dos capas de ropa y la carne que estas cubrían. El dolor fue inmediato y sobrecogedor”.

La familia Lussier viajaba por la autopista, cuando la pequeña Rachel reconoció el remolque con el caballo que habían acariciado, en una de las paradas que hicieron para comer helados.

Al ver que el remolque estaba estacionado, los niños no ocultaron sus ganas de volver a acariciar al caballo. Carla le insistió a su marido Johnny, que debían parar, ya que podría tratarse de una emergencia. Sin saber que ese sería el comienzo de un hecho extraño y espantoso.

“Se agachó y recogió los teléfonos, uno con cada mano, y se volvió hacia Carla, por lo que no pudo ver cómo la puerta del coche se abría de par en par, como una boca”.

¿Qué fuerza extraña los iba atrapando uno a uno, sin dejarlos salir’?

El libro nos trae una trama misteriosa y extraña, que se lee con facilidad, ya que el ritmo no decae. La pluma del autor es ágil y nos atrapa de a pocos. El lector, casi sin darse cuenta, pronto se verá dentro de un mundo extraño y sin saber qué hacer para ayudar a los personajes de la historia.   

Lo que más me gustó de los personajes, es que siempre estaban dispuestos a ayudar al prójimo y no dudan en exponer sus propias vidas, con tal de seguir sus principios.

A pesar de ser una lectura corta que se lee de un tirón, a mi parecer, Stephen King logra el objetivo de crear esa angustia en el lector.

Si te gustan las historias en donde la fantasía y la realidad se entremezclan entre sí, esta lectura es para ti. Y claro, los fanáticos de Stephen King, amarán este pequeño bocado de terror.

Espero muchos se animen a leer y disfrutar de esta lectura.

¡Un beso a todos! 😘🌷